¿Todavía eres de los que creen que cualquier prenda satisface tus necesidades de la misma forma? ¿Que da igual si proviene del fast-fashion o está fabricada éticamente con procesos y materiales sostenibles?
¿Sabes cuando comes algo que no probabas desde hace muchos, muchos años y te encantaba? Cuando lo saboreas de nuevo te recuerda a lugares, a personas, a momentos…
Te gustaba tanto que dejó algo en tu memoria.
Lo mismo pasa con la ropa, cuando te compras algo que de verdad te gusta y lo quieres, algo que no te vas a comprar solo porque se lo has visto a todas y cada una de las influencers que sigues en Instagram. Una prenda que va a durar lo suficiente como para crear recuerdos, no se va a ver usada después de echarla a la lavadora 4 veces. Tampoco te la has comprado porque valía 12,99€ en las rebajas de enero y aunque no la necesitas… ¡a ese precio sí!
Es de las que le vas a echar la mano cuando todo lo demás te falla.
Y va a crear recuerdos, muchos. Tantos que a veces solo te la pondrás por lo bien que te hace sentir.
Esas son las prendas que deberíamos elegir siempre, las demás no merecen la pena.
Las que no duran lo suficiente en buenas condiciones; las que para que yo pague 12,99€ están matando de hambre a millones de familias; las que conmigo van a cumplir esos 8 días y luego… luego cientos o miles de años hasta que se descompongan en algún vertedero del tercer mundo.
Esas no deberían de ser una opción.
Y para que las malas opciones desaparezcan hay que dejar de elegirlas.
Bienvenidos.